No es este un momento bueno en mi vida, ni siquiera tranquilo. Afrontar la muerte de un padre no es fácil para nadie, y mucho menos cuando se vive en carne propia la agonía de los últimos días sabiendo que el final es inevitable.
Racionalmente entiendo todo: los años, la enfermedad, la muerte como parte de la vida. Pero los sentimientos son inmanejables. Tengo mucha angustia. Por mi papi, por mi familia, por mí.
Con el tiempo me iré acostumbrando a su ausencia, porque lo que queda es eso: acostumbramiento. Uno nunca deja de sentirla. Porque para un papá no se tiene edad, los necesitamos por igual a los 5 como a los 25...
Quiero agradecerles profundamente a todos. Ustedes no se imaginan como me emocionaron con sus llamados, sus mensajes, sus e-mails. Porque los sentí cerca de verdad, aunque nos separaran muchos kilómetros.
Me queda pedirles un poco de paciencia, por estos días no tengo ganas de nada. Pero bueno, la misma vida se encarga de ayudar a andar de nuevo.
Mis infinitas gracias y un abrazo fuerte a todos.
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